Cuando un guía de turismo empieza su tour normalmente nada más importa que la satisfacción de tus turistas, el mundo y el tiempo muchas veces es tan relativo y carecen de importancia y lo único que está en nuestra mente y corazón es transmitir lo que nuestra ciudad y país significa para nosotros; sin embargo a partir del inicio de la pandemia esa llama si bien no se apagó, podríamos decir que se resguardo en casa por muchos meses; hasta que recibí una llamada de Quito City Tour que alegro no solo mi día sino el mes entero, el primer tour después de mucho tiempo, la expectativa era el visitar lugares increíbles que permanecieron cerrados por meses y que exclusivamente abrieron sus puertas para recibirnos; por supuesto había reglas nuevas que seguir como, por ejemplo; las mascarillas que todos debíamos llevar, y aunque normalmente un guía lleva a 16 personas, para cumplir con el distanciamiento éramos dos guías y una persona extra para cuidar de nuestros visitantes y así con los preparativos listos empezamos nuestra aventura…
El mundo y el tiempo muchas veces es tan relativo y carecen de importancia y lo único que está en nuestra mente y corazón es transmitir lo que nuestra ciudad y país significa para nosotros
Mi corazón palpitaba porque debíamos visitar muchos lugares y el tiempo estaba en nuestra contra, tenía toda la información que quería compartir en la punta de la lengua y mis sentidos estaba alerta para poder descubrir que era lo que más les interesaba saber a nuestros visitantes y llegaron, destellando esa luz propia de quien tiene hambre de conocimiento y nosotros tan entusiasmados como aquellos que esperan impacientes la llegada de la primavera después de un crudo invierno; nos encontramos para recorrer el centro histórico de Quito, nuestra primera parada fue el museo Fray Pedro Gocial en la Iglesia de San Francisco donde nos recibieron con la mayor cordialidad, agradeciendo que sean ellos los primeros de los que esperan muchos turistas que los visitaran, nos abrieron sus puertas con regocijo y así recorrimos el museo de arte religiosa más grande de Sudamérica; después de esta visita fuimos a otra de las iglesias antiguas de la capital, mientras nuestros visitantes se entusiasmaban ante la perspectiva de subir sobre las cupulas que decoran Santo Domingo; allí, ingresamos a la iglesia y se maravillaron del trabajo que resguarda las construcciones y reconstrucciones que sufrió una de las joyas coloniales de Quito, las fotos iban y venían por doquier y las palabras se combinaban con la emoción de descubrir lugares a los que muchos, incluso los quiteños, sueñan visitar. Después de recorrer este templo, caminamos rumbo a la joya del barroco de nuestra ciudad, la Iglesia de la Compañía de Jesús; hay lugares que uno vuelve y siguen sorprendiéndonos y este es el caso de este templo, cada detalle llama a la exaltación y cuando un guía te muestra detalles que quizá en tus visitas previas pasas por alto sientes que vuelves a vivir el lugar, y eso es lo que nos pasó; llevamos a nuestro grupo para descubrir los secretos que esconde la Compañía y a cada paso que dábamos ellos se maravillaban y más querían conocer, pero todo llega a su fin, después de recorrer el lugar nos dirigimos hasta nuestro último punto, un lugar que por siglos ha definido a los habitantes de Quito, la Plaza Grande, y aunque hay mucha historia detrás, parte de las tradiciones también son las leyendas así que para despedirnos, después de admirar las estructuras y conocer la historia de los edificios que rodean la plaza, terminamos nuestro tour con la popular leyenda del gallito de la catedral que hasta hoy divierte a propios y extraños, nos tomamos una foto para marcar el día en el que nuestro Patrimonio de la Humanidad, nuestra ciudad vieja, Quito, nuestra querida ciudad vuelve a vivir con el Turismo. Visítala está lista para tí. Por Alexander Alvarado (Guía Turístico)